lunes, 14 de marzo de 2011

OBRA SOCIAL DE LA IGLESIA: EN ESTOS TIEMPOS DE CRISIS ¿UNA AYUDA EN LA GESTIÓN ECONÓMICA DEL PAÍS?


Puesto que de este blog se ha criticado la falta de opiniones personales y el abuso de tecnicismos, me he propuesto, en aras de un mejor entendimiento con nuestros lectores, expresar lo que pienso sobre un tema controvertido -con el que sé que muchos no estarán de acuerdo-... aun a sabiendas de que el que opina siempre “está a riesgo” (como diría mi profesor el Sr. Fernández Ajuria), de ser criticado.
El conflictivo asunto en cuestión: LA OBRA SOCIAL DE LA IGLESIA Y SU INFLUENCIA EN LA GESTIÓN ECONÓMICA Y SOCIAL DEL PAÍS. Verán que no es un tema nada novedoso por otra parte.
Les ruego que antes de exponer mi cuello al verdugo, me permitan mostrarles un fragmento de un artículo de prensa para ilustrar mi perorata (según la RAE: razonamiento molesto o inoportuno).

LA IGLESIA CATÓLICA AHORRA EN ESPAÑA AL ESTADO MÁS DE 31.000 MILLONES DE EUROS

“Más de 31.000 millones de euros; unos 51,9 billones, con b, de pesetas. Semejante cifra es lo que tendría que costear el Estado español para sustituir la labor social que realiza la Iglesia. Levantar sus colegios y hospitales, atender a los enfermos, ancianos, marginados, niños e indigentes, mantener las instalaciones...
El economista y colaborador de LA RAZÓN José Barea afirma que «si la Iglesia no prestase sus servicios, tendrían que aumentarse los impuestos. El beneficio es doble: para los beneficiados y para los contribuyentes». La obra sanitaria de la Iglesia no es menos esmerada. Sus 107 hospitales, 128 ambulatorios y dispensarios, 876 centros para ancianos, enfermos crónicos, terminales y minusválidos, atienden a 387.356 personas al año. Para ello cuenta con 51.312 camas que le cuestan 270 euros al día. O lo que es lo mismo, 5.056 millones de euros al año.
El Estado deja de hacerse cargo de 5.350 millones en hospitales y de 4.016 en otros centros”.


No soy yo persona eminentemente religiosa, hace ya mucho tiempo que dejé de ir a misa los domingos (pese a las reprimendas de mi padre), y no tengo un interés digamos que… “espiritual” en defender a la Iglesia en este tema, y en reconocer que con su labor social ayuda al país a gestionar buena parte de un  problema que, ahora con el aumento del paro, se ha incrementado notablemente.
Pero si nos fijamos en las cifras, lo cierto es que esta institución “desahoga” económicamente al Estado de manera evidente, pese a las críticas de muchos. Además, no sólo lo hace, sino que lo hace bien y, lo que es más importante, lo hace con cariño... pero de esto no procede hablar hoy.


¿Qué pasa con la atención sanitaria o con la educación en barrios marginales donde ni la policía se atreve a entrar? ¿Quién gestiona esos recursos? ¿Es el Estado quien envía a sus profesores o a sus médicos a estos barrios donde a veces no llega ni la luz?
Echen, echen un vistazo a este link, seguro que a muchos de los paseantes que gustan recorrer nuestra maravillosa ciudad, les ha sorprendido ver, dibujado en el suelo junto a la carretera principal que serpentea el barrio del Sacromonte, un mapa de España, en colores y con algunos relieves que representan las montañas y cordilleras de nuestro país. Les aconsejo que no se lo pierdan, aunque cada vez cuesta más trabajo distinguirlo entre la vegetación que rodea el colegio.


El profesor de la Facultad de Derecho Canónico de la Universidad de Navarra, Diego Zalbidea, ha asegurado que "se calcula que la Iglesia ahorra al Estado en educación más de 4.000 millones de euros al año" y ha señalado, citando datos de la Conferencia Episcopal, que "cada euro rinde en la Iglesia 2,73 veces más que en el mercado".

Gran parte de la gestión de este problema social, de volumen nada desdeñable, está en manos de una entidad a la que muchas veces criticamos pero pocas reconocemos su valía.
Valga esta entrada de hoy a modo de pequeño homenaje para tantos trabajadores... religiosos, que no sólo trabajan con acierto, sino que lo hacen con cariño… aunque de esto no procede hablar hoy.



Inmaculada Villén Salán

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