domingo, 3 de abril de 2011

El lado oscuro de la fuerza


 “El miedo es el camino hacia el Lado Oscuro
el miedo lleva a la ira, la ira lleva al odio, 
el odio lleva al sufrimiento. Percibo mucho miedo en ti”

(que luego se convertiría en Darth Vader


En el último episodio de Star Wars,   el maestro Yoda forma a Luke Skywalker  para convertirlo en un Jedi. Le dice que el poder de un Jedi proviene de la fuerza,  y le advierte que tenga cuidado con el lado oscuro (ira, miedo, agresión), que podría dominar para siempre su destino, consumiéndolo, tal como lo hizo con Darth Vader.  Luke le pregunta: “es más fuerte el universo tenebroso?” A lo que Yoda responde: “no es más fuerte, sino más rápido, más fácil y más seductor”.   Finalmente le dice que un Jedi utiliza la fuerza como ciencia y para defensa, nunca para atacar.


Lo que Yoda está enseñándole a Luke no es otra cosa que gestión de emociones. Esto es, está tratando de formar en él una competencia para que las emociones sean consideradas como datos valiosos para resolver una situación.  Y es que el primer paso en la gestión de emociones,  es precisamente saber identificarlas; para luego, entrar en la emoción (aceptarla,  abrirse a la experiencia y legitimarla) y reconducirla positivamente para regularla, afrontarla y autogenerar emociones positivas. Una herramienta para lograrlo es la reestructuración cognitiva,   que permite identificar, analizar y modificar las interpretaciones o pensamientos erróneos generando así nuevas emociones. 


Cómo incorporar las emociones como un valor agregado en una organización?  En general, las personas con una actitud más “positiva” procesan la información de manera más eficiente y apropiada, aprovechando de mejor manera el esfuerzo realizado que cuando se está en un estado emocional diferente.  Esto no quiere decir que “neguemos el lado oscuro de la fuerza” pues emociones como la ira y el miedo, al igual que las otras emociones, son poderosas movilizadoras de nuestra conducta. El negarlas, reprimirlas, evitarlas, o desplazarlas hacia otras áreas de nuestra vida generan malestar, insatisfacción y sufrimiento no sólo en nosotros mismos, sino que contaminan también nuestra relación con los demás. De la misma manera, emociones “positivas” nos hacen sentir bienestar y satisfacción, en nosotros mismos y en las personas con quienes nos relacionamos. El contagio positivo sugiere mejores resultados en el lugar de trabajo. 


Según JL Bimbela,  el trabajo en gestión emocional nos permite lograr 4 grandes objetivos:  mayor eficacia en mi comunicación, mayor bienestar, mayor poder (recuperar poder sobre nosotros mismos) y tener un liderazgo resonante.  Este último se refiere a la capacidad que tenemos de “contagiar” nuestras emociones en nuestras relaciones con los demás.  Sin embargo, esto requiere de la voluntad de un permanente entrenamiento del hábito (“gimnasia emocional”).


Si las emociones se contagian, podemos decidir entonces, qué emociones quiero contagiar y cuáles me voy a dejar contagiar (y por quién).  La elección (y respuesta a esta pregunta) sólo depende de nosotros.

Aguacalma

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